28 de abril de 2015

ANNE MICHAELS : "Buceadores de la piel"





Bajo la carpa
de las estrellas, vacas
a la deriva, sus vientres cepillando
la hierba alta, listos para un copioso
festín. Tierras bajas que centellean como mica
bajo la luna. La luz de las estrellas
nos empapa los zapatos.
La pradera de algas marinas se inclina suplicante, el mismo
campo de arpillera que en invierno cruje con la helada
es salpicado por el pincel negro
de los cuervos. Gélidos diamantes de las cintas de la reina Ana.

Porque se siente amada, la luna permite que nuestros ojos
la sigan por el sembrado, pisando
su ropa, seda reluciente
esparcida por los surcos. Sintiéndose amada, la luna desea
que la miren, nadando
toda la noche por el río.

Llama a través de los estores,
extiende una tira blanca por el pasillo a oscuras,
alcanza un vaso de la mesa.
Vigila la fortaleza del sueño.
Como la luna, quiero tocar espacios
sólo con la mirada. Contarte
cosas nuevas a las tres de la mañana, cuando nos
despierta la lluvia o una preocupación, o adelgazándonos por
los juncos del sueño, emergemos en la piel. En esta habitación
donde tantas cosas han ocurrido, donde el amor
es ese tintineo de los botones al deslizarse tu camisa
al suelo, el sonido de la calderilla;
un libro entreabierto, ropa
entreabierta. Sentimos de nuevo
cómo se transparenta la superficie
del cuerpo empujado ante la puerta
del mundo. Para leer lo que hay dentro
nos alzamos el uno al otro
hacia la luz. Recogemos
a todos los que amamos o deseamos
perder de vista, los llevamos
a cada pradera nocturna y nos sentamos con ellos
mientras las vacas se demoran como barcos
que apenas se mueven en la distancia.
La lluvia goteando desde la lona de las estrellas.

Pulido por el agua, el cuerpo recuerda
como una planicie inundada, anegado de sensibilidad,
ganando terreno en la bajamar.
Terrazas de la memoria, lisas como deltas verdes.
O arrecifes y cordilleras
plegando el mundo hasta el hueso.
La luna palpa el significado
de las cosas con sus dedos ciegos,
luego nos devuelve al cerúleo
aluminio de los amaneceres. La noche,
una carretera apuntando al este.
Su hermana, la memoria, revuelve en el armario empotrado
buscando ropa que conserve la silueta de alguien.
Se frota las manos en el delantal
manchado de infancia, un olor familiar
en el pelo; traquetea con ollas y cacerolas
en la cocina circadiana.
Mientras, en la habitación de una pradera nocturna,
la luna se desviste; su salto de cama
flora eternamente a ras de suelo.
La memoria se demora por el césped de las fincas,
se mueve lentamente por la hierba húmeda, cargada
de instantes atrapados en su red nocturna, en el éter
reluciente de su falta. El aire se aviva,
la memoria alza la cabeza y casi
desaparezco. Alzas la vista, una mirada que siento
por todas partes, la lengua de una mirada,
y el amor esta pradera nocturna, la sombra de la mañana
de nuestras voces, el papel carbón púrpura
de esta oscuridad plomiza. Pesa la memoria con la joyería
de esta lluvia, pesa su falda con los brotes de mercurio
congelados que adornan las ramas,
mientras avanza oímos el castañeteo
de esos huesos tan bellos. Entonces, el amor,
tan alejado del cuerpo, se alcanza sólo
por vía del cuerpo. El tiempo es el alambique
que transforma lo conocido
en misterio. En aire,
en la mancha púrpura de la dulzura.
El laburno, el iris silvestre, los abedules tan espesos
que resplandecen por la noche, olores que nos alcanzan
por todas partes; la alquimia que nos mantiene
tan felices tumbados en el suelo, incluso si no abarcamos
nada, nada: el evasivo
troque de los pájaros. Nunca tomaremos velocidad
de crucero, más bien nos hundiremos en el húmedo
firmamento, aprenderemos a permanecer en el fondo,
respirando por la piel.
Con membranas de plata, en ríos
color de lluvia. Bajo el agua, bajo la piel;
con arcanas aletas transparentes.

Esta noche la luna deambula descalza,
deja atrás medias de seda
como jirones de río.
Las pisadas del verano en nuestros brazos y piernas
palmeando húmedos
de lodo y algas.

Rodamos desde el borde al fondo de la pradera,
nos levantamos bajo la lluvia
de nuestra silueta en la hierba húmeda.
Nadadores nocturnos, buceadores de la piel.





JORGE TEILLIER : "Paisaje clínica"





Ha llegado el tiempo
En que los poetas residentes
Escriban acrósticos
A las hermanas de los maníaco-depresivos
Y a las telefonistas.
Los alcohólicos en receso
Miran el primer volantín
Elevado por el joven psicópata.
Sólo un loco rematado
Descendiente de alemanes
Tiene permiso para ir a comprar "El Mercurio".
Tratemos de descifrar
Los mensajes clandestinos
Que una bandada de tordos
Viene a transmitir a los almendros
Que traspasan los alambres de púa.
William Gray, marino escocés,
Pasado su quinto delirium
Nos dice que fue peor el que sufrió en el Golfo Pérsico
Y recita a Robert Burns
Mientras el "Clanmore", su barco, ya está en Tocopilla.
Ha llegado el tiempo
En que de nuevo se obedece a las campanas
Y es bueno comprar coca-cola
A los Hermanos Hospitalarios.
El Pintor no cree
En los tréboles de cuatro hojas
Y planea su próximo suicidio
Heborizando entre yuyos donde espera hallar cannabis
Para enviarla como tarjeta de Pascua
A los parientes que lo encerraron.
Los caballos aran preparando el barbecho.
En labor-terapia
Los mongólicos comen envases de clorpromazina.
Saludo a los amigos muertos de cirrosis
Que me alargan la punta florida de las yemas
De la avenida de los ciruelos.
La Virgen del Carmen
Con su sonrisa de yeso azul
Contempla a su ahijado
Que con los nudillos rotos
Dormita al sol atiborrado de Valium 10.
(En el Reino de los Cielos
Todos los médicos serán dados de baja).
Aquí por fin puedes tener
Un calendario con todos los días
Marcados de rojo
O de blanco.
Es la hora de dormir -oh abandonado-
Que junto al inevitable crucifijo de la cabecera
Velen por nosotros
Nuestra Señora la Apomorfina
Nuestro Señor el Antabus
El Mogadón, el Pentotal, el Electroshock.


24 de abril de 2015

PAULO LEMINSKI : "Tres mitades"





Medio día
un día y medio
mediodía, medianoche,
mitad de este poema
no sale en la fotografía,
mitad, mitad se fue.

Pero he aquí que la tercera mitad,
aquella que es menos dosis
de matemática verdad
que puñetazo, tiro, o coz,
va y viene como cosa
de o, de ni, o de casi.

Como si se tuviese
mitades que no combinan,
tres partes, destempestades,
tres veces o veces tres,
como si casi, existiendo,
sólo nos faltase el tal vez.



PAULO LEMINSKI : "Lo que pasó, ¿pasó?"




Antiguamente, se moría.
1907, digamos, eso sí
que era morir.
Moría gente todo el día,
y moría con mucho placer,
ya que todo el mundo sabía
que el Juicio, al final, vendría,
y todo el mundo iba a renacer.
Se moría prácticamente de todo.
De enfermedad, de parto, de tos.
E incluso se moría de amor,
como si amar muerte fuese.
Para morir, bastaba un susto,
un pañuelo al viento, un suspiro y ya,
allá se iba nuestro difunto
para la tierra de los pies juntos.
Cumpleaños, casamiento, bautismo,
morir era un tipo de fiesta,
una de las cosas de la vida,
cómo ser o no ser invitado.
El escándalo era costumbre.
Pero los daños eran pequeños.
Descansó. Se fue. Dios lo tenga.
Siempre alguien tenía alguna frase
que dejaba todo más o menos.
Había cosas que mataban de una.
Pepino con leche, ventarrón,
maldición de vieja y amor mal curado.
Había cosas por las que morir,
había cosas por las que matar.
El honor, la tierra y la sangre
mandó mucha gente paquel lugar.
¿Qué más podía hacer un viejo,
allá por 1916,
a no ser agarrarse una neumonía,
dejar todo para los hijos
y convertirse en fotografía?
Nadie vivía para siempre.
Al final, la vida es upa.
No dio para ir más allá.
Pero nadie tiene la culpa.
¿Quién ordenó no ser devoto
de San Ignacio de Acapulco,
Niño Jesús de Praga?
El diablo anda suelto.
Aquí se hace, aquí se paga.
Almorzó y se afeitó,
se bañó y se fue por ahí.
No hay que reclamar.
Ahora, vamos al testamento.
Hoy, la muerte está difícil.
Hay recursos, hay asilos, hay remedios.
Ahora, la muerte tiene límites.
Y, en caso de necesidad,
la ciencia de la eternidad
inventó la criónica.
Hoy, sí, che, la vida es crónica.
 
 

PAULO LEMINSKI : "El viejo león y natalia en coyoacán"





esta vez no habrá nieve como en petrogrado aquel día
el cielo va a estar limpio y el sol brillando
tu durmiendo y yo soñando

ni sacos ni cosacos como en petrogrado aquel día
solo tu desnuda y yo como nací
yo durmiendo y tu soñando

no van a haber más multitudes como en petrogrado aquel día
silencio nuestros dos murmullos azules
yo y tu durmiendo y soñando

nunca va a haber un día como en petrogrado aquel día
nada como un día yendo tras de otro llegando
tu y yo soñando y durmiendo



PAULO LEMINSKI de "Toda poesía"


un día de éstos quiero ser
un gran poeta inglés
del siglo pasado
decir
el cielo el mar el clan el destino
luchar en la india en 1866
y hundirme en un naufragio clandestino



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una carta una brasa a través
por dentro del texto
nube llena de la lluvia mía
cruza el desierto por mí
la montaña camina
el mar entre los dos
una sílaba un sollozo
un sí un no un ay
señales diciéndonos
cuando no estamos más



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objeto
de mi más desesperado deseo
no sea aquello
por quien ardo y no veo

sea la estrella que me besa
oriente que me rija
azul amor belleza

haga cualquier cosa
pero por el amor de dios
o de nosotros dos
sea


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no fuese eso
y era menos
no fuese tanto
y era casi



23 de abril de 2015

ALEKSANDR BLOK : "Oh, primavera inabordable y sin final"




Oh, primavera inabordable y sin final,
Inabordable y sin final como los sueños.
Te reconozco, vida. Te asumo.
Y bajo el tintineo de broqueles te saludo.

Yo te acojo, mala suerte,
Y doy mi bienvenida a los aciertos
Pues no hay nada oprobioso en los encantados
Paisajes del llanto, ni en el misterio de la ventana,

Asumo las discusiones que desvelan
La madrugada en las oscuras cortinas de la ventana,
Para que la encantadora primavera
Excite mis miradas dilatadas.

Asumo las aldeas desérticas
Y los pozos de las ciudades terrenales,
La diáfana extensión de los cielos
y la candidez de los trabajos serviles.
Yo salgo, vida, a tu encuentro en el umbral
Con los cabellos rizados por el viento impetuoso
Y el enigmático nombre de Dios
En los labios fríos y apretados...

Ante la hostilidad de este encuentro
Siempre me defiendo,
Tú nunca eres accesible
¡Y el sueño embriagador se nos escapa!

Y miro y sospecho esta hostilidad,
Odiando, maldiciendo y amando:
Por el suplicio, por la muerte,
Pero de todas formas yo te asumo, vida!


24 de octubre de 1907


ALEKSANDR BLOK : "Los poetas"





En las afueras de la ciudad crece solitario un barrio
Sobre una tierra movediza y pantanosa.
Allí viven los poetas y se saludan
Unos a otros con una sonrisa arrogante.

El día se levanta inútil y radiante
Sobre este triste pantano:
Sus habitantes lo dedican al vino
Y al trabajo arduo y persistente.

Cuando se emborrachan se juran amistad,
Conversan cínica y despiadadamente
Hasta el amanecer. Luego, entregados a su pasión
Trabajan cual necios sin remedio.

De pronto, salen a rastras de sus buhardillas
Para mirar cómo arde el mar entre la tarde:
Con los ojos abiertos quedan cautivados
Por las trenzas doradas de las muchachas que pasan.


Enternecidos sueñan el Siglo de Oro,
Amigablemente riñen a sus editores
Y lloran con amargura sobre una florecilla
O sobre alguna nubecilla perlada

¡Así viven los poetas, amigo lector!
Quizás tú pienses que todo esto sea peor
Que tus diarios débiles y vanos esfuerzos,
Que tu charco pequeño burgués.

No, querido lector, mi crítico ciego
Por lo menos los poetas tienen
Sus musas sus nubecillas, su Siglo de Oro,
¡Todo lo que para ti es inaccesible...!

Tú estas a gusto contigo mismo, con tu esposa,
Con tu vida reducida,
Pero los poetas sufren de dipsomanía mundial
Y para ellos es poco una vida así.

No importa que mueran, como perros, tras la valla
O que la vida los haya enlodado.
Creen que algún Dios los trajo aquí
Para que besaran la ventisca y la nieve...

24 de julio de 1908


ALEKSANDR BLOK : "La bruma nocturna"






La bruma nocturna me sorprendió en el camino.
Tras la espesura la luna lanzó su mirada.
El caballo fatigado daba inquietos golpes con las pezuñas;
tranquilo de día, extrañaba la noche.
Sombrío, inmóvil, soñoliento,
el conocido bosque me aterraba
y hacia el claro plateado por la luna
dirigí el paso del caballo resoplante.
Se extiende en la lejanía la neblina del pantano,
pero de plata fulgura la iglesia de la colina.
Y detrás de la colina del bosquecillo del valle,
en la oscuridad se oculta mi casa.
El caballo fatigado acelera el paso hacia su destino.
Centellean las luces de un pueblo extraño.
A la orilla del camino prenden en rojo
las hogueras de los pastores, como faros.



ALEKSANDR BLOK : "Hoy no recuerdo lo que ayer pasó"




Hoy no recuerdo lo que ayer pasó
En la madrugada olvido lo de la tarde anterior
En los días blancos extravío el fuego
Y en las noches ya no evoco los días.

Pero, ante la muerte, en la hora decisiva,
Todos los días, y noches nos pasan por la mente
Y entonces ,-en el bochorno, en la estrechez-
Es sumamente doloroso soñar
En todo lo hermoso que se fue.
Deseas levantarte y no puedes
Es de noche.


3 de febrero de 1909


ALEKSANDR BLOK : "El viento irrumpe, aúlla la nieve"




El viento irrumpe, aúlla la nieve,
Y en la memoria por un instante resurge
Aquel lugar, aquella orilla lejana...
Las flores débiles bajo la escarcha se marchitaron...

Y mis antiguas afecciones
Susurran como la hierba seca...
Es de noche. Y en la noche, por un sendero tupido
Voy hacia el abismo cubierto de nieve...

La noche, el bosque y la nieve. Y yo llevo
El peso odioso de los recuerdos...
De pronto, allá, se divisa una casita en un claro
Y una muchacha canta en el bosque.


6 de enero de 1912


ALEKSANDR BLOK - "Acepto todo lo que hubo"





Acepto todo lo que hubo
Nunca busqué mejor suerte.
Acaso hay algo mejor que haber amado
Algo mejor que haber ardido!

La felicidad y los sufrimientos
Impusieron sus huellas amargas,
Pero yo no desperdicié la antigua luz
En tempestades pasionales, ni en el tedio sin límites.

Y tú, a quien yo de nuevo he desgarrado
Debes perdonarme. Sé que nuestro destino es estar juntos.
Todo lo que no me has dicho con palabras
En tu semblante lo he adivinado.

Los ojos miran atentos
Y el corazón inquieto golpea en el pecho,
Continuando su camino ineluctable
En la fría oscuridad de la noche nevada.



VLADISLAV JODASEVICH : "En la ciudad por la noche"




En la ciudad por la noche
el silencio se forma
del ladrido de un perro,
del olor de las hojas mojadas
y del crujido lejano de los trenes de carga.
Es tarde. Mi hija duerme,
con su cabeza sobre el mantel
cerca del samovar frío.
¡Pobre niña! No tiene madre.
Es hora de tomarla en mis brazos
y llevarla a la cama,
pero no me muevo,
ni siquiera fumo,
para no quebrar el silencio,
y también porque
soy poeta.
Esto significa que en realidad
no existen ni el samovar, ni mi hija,
solo tengo una inmensa perplejidad
que se llama: "mundo".
Y el mundo me quita todo el tiempo.


VLADISLAV JODASEVICH - "El crepúsculo"




La nieve se amontonó. Todo se calma, enmudece.
Una casa desierta se extiende a lo largo del callejón.
Una persona camina. Apuñalarla con el cuchillo.
Se arrimará a la cerca y no dirá nada.
Después se inclinará y se acostará cara abajo.
La respiración nívea del viento
y la niebla apenas perceptible de la tarde,
precursores de la tranquilidad hermosa
girarán alrededor de él con ligereza.
Las personas acudirán corriendo como hormigas negras,
de las calles, de los patios, y se detendrán entre nosotros.
Preguntarán por qué y cómo lo maté,
y nadie comprenderá cuánto lo he querido.
 
 

ALEKSANDR KUSHNER de "Apollo in the snow"




¡No ser amado! ¡Dios mío!
¡Qué felicidad es ser un infeliz!
Caminar bajo la lluviecita a casa
con el rostro enrojecido y ausente.

Qué tortura el paraíso
de estar sentado con el labio mordido,
morir diez veces al día
y hablar consigo mismo.

¡Qué vida, volverse loco
y como una sombra andar por la habitación!
La alegría de aguardar una carta
durante meses, y que no llegue.

Quién dijo que el mundo se rinde a nuestros pies,
envuelto en lágrimas y conforme?
Es indiferente y cruel,
de verdad, hermoso.

¿Qué haré con mi dolor?
Dormir. Que la noche cubra mi cabeza.
Si no estuviera feliz con él,
dejaría de amarlo.

RAINER MARIA RILKE : "Elegía a Marina Tsvetáieva"




¡Oh lo que se pierde en el espacio sideral, los astros que caen,
   Marina!
Adonde nos arrojemos, sea la estrella que sea,
No la acrecentamos. El conjunto está siempre contado.
Así, el que no se viene abajo tampoco merma la cifra sagrada.
El que cae renunciando, cae al origen y sana.
Entonces ¿es todo un juego, trueque de lo idéntico, desplazamiento,
No hay nombre alguno, ni espacio para íntima ganancia?
¡Olas, Marina, somos mar! ¡Honduras, Marina, somos cielo!
Tierra, Marina, somos tierra, somos mil veces primavera, como
   Alondras
Que una canción fugitiva arroja a la invisibilidad.
Lo empezamos con júbilo, y enseguida nos sobrepasa del todo;
De pronto, nuestro peso doblega el canto y lo convierte en queja.
Pero ¿y la queja? ¿No será júbilo más joven, hacia abajo?
También los dioses de abajo quieren alabanzas, Marina.
Los dioses, candidos, esperan alabanza, como escolares.
Alabemos, querida, derrochemos loores.
Nada nos pertenece. Rodeamos un poco con la mano los cuellos
De flores intactas. Lo vi junto al Nilo, en Kôm-Ombo.
Así, Marina, hacen la ofrenda los reyes, renunciando ellos
   Mismos.
Como los ángeles pasan marcando las puertas de los que han
   De salvarse,
Así rozamos nosotros esto y aquello, lo que se nos antoja sutil.
Ah, qué lejos transportados, ah, qué distraídos, Marina,
Con el pretexto más nimio. Hacemos señales, nada más.
Este silencioso comercio, cuando uno de nosotros
No aguanta más y se decide a echar mano,
Se venga y mata. Pues, por su contención y su sutileza,
Ya habíamos notado su poder letal, y también
Por la extraña fuerza que nos torna de vivientes
En superviviente. No ser. ¿Recuerdas cuántas veces
Una orden ciega nos llevó por la antesala helada
De un nuevo nacimiento? ¿Nos llevaba? No, a un cuerpo hecho
   De ojos,
Negándose bajo intocables párpados. Llevaba el corazón, derrotado
   En nosotros, de una estirpe entera. Adonde van las aves
   Migratorias
Llevaba al grupo, imagen de nuestra flotante mudanza.
Los que aman no deberían; Marina, no deben
Saber tanto de la decadencia. Deben ser como nuevos.
Sólo su tumba es vieja, sólo su tumba se acuerda, oscurecida
Bajo el árbol sollozante, se acuerda de lo eterno.
Sólo su tumba se quiebra; ellos son flexibles como varas;
Lo que los dobla en exceso, los torna en bella corona.
¿Cómo se van en alas del viento de mayo! Del centro de Siempre
En el que tú respiras e intuyes, los excluye el momento.
(Oh cómo te entiendo, flor femenina del mismo
Arbusto imperecedero. Cómo me avento al aire de la noche,
Que a no tardar te rozará.) Pronto aprendieron los dioses
A fingir mitades. Nosotros, presos en la órbita,
Nos llenamos hasta formar un todo, como un disco lunar.
Tampoco en el tiempo menguante, tampoco en las semanas
   Del cambio
Nadie nos ayudará más a alcanzar la plenitud, nadie sino
Nuestro propio paso solitario sobre el paisaje insomne.

MARINA TSVETÁIEVA : "Carta de Año Nuevo a Rilke"







 a R. M  Rilke

Feliz año-mundo-comarca-amparo
Primera carta para ti en tu nuevo
Hogar –es un malentendido llamarlo placentero –
(placentero- rumiante) – lugar sonoro, lugar resonante
Como la torre vacía de Eolo.
Primera carta para ti desde esta patria de ayer
En la que iré deshaciéndome en lamentos
Sin ti, ahora ya desde una de las
Estrellas… ley de la retirada, toque de queda
Para la amada – cualquiera,
La no existida – de la no existente.
¿Te cuento cómo lo supe?
No fue ni terremoto, ni alud.
Un hombre entró –cualquiera (el amado –
Eres Tú.) –Un acontecimiento desgraciado.
-en “Novedades” y en “Los días” - ¿Nos hará el artículo?
-¿Dónde? –En las montañas. (La ventana llena de
Ramas de abeto.
La sábana.) - ¿No…-Pero…-Por favor, libéreme.
En voz alta: es difícil. Pero dentro: no vendo a Cristo.
-En el sanatorio. (Paraíso de alquiler.)
-¿Qué día? –ayer, anteayer, no recuerdo.
-¿Estará en Alcázar? –No estaré.
-En voz alta: la familia. Por dentro: todo menos Judas.

¡Felices vísperas del Año! (¡Nacía mañana!) –
¿Te cuento, qué hice al saberlo…?
¡Chis!... Me equivoqué. Por costumbre.
Hace mucho pongo la vida y la muerte entre comillas,
Como chismes notoriamente vacíos.
Nada hice, pero alguna cosa
Se hizo, lo que sin sombra y sin eso
Se está haciendo.
                     Ahora, - ¿cómo has viajado?
¿Cómo se rompía y no estallaba cómo –
El corazón? Como si montando corceles de Orel,
Que tras las águilas – dijiste – no quedaban rezagados,
Te hallabas sin respiración - ¿o fue peor?
¿Fue más dulce? Ni alturas hay, ni pendientes,
Para quien en los corceles genuinos rusos
Ha volado. Tenemos vínculos de sangre con el otro mundo:
Quien en Rusia solía estar – en e s t e mundo al o t r o
Había visto. ¡Bien ajustado el salto!
Vida y muerte pronuncio con sonrisa
Oculta - ¡con la tuya la tocarás!
Vida y muerte pronuncio con la apostilla,
Con el asterisco (la noche que aspiro tener:
En lugar del hemisferio cerebral –
¡Sideral!)

          No debemos olvidar, amigo mío,
Lo siguiente: que si las letras
Rusas se impusieran en lugar de alemanas –
No es, porque ahora, según dicen,
Todo serviría, que el muerto (el mendigo) lo tragaría todo-
¡sin parpadear!, -sino porque el o t r o mundo
El nuestro, - a los trece, en el cementerio Novodevichy
He comprendido: no es el deslenguado, sino omnilingüe.
He aquí, que me pregunto y no sin pena:
Ya no me preguntas, ¿cómo es en ruso
N E S T? La rima única que n i d o s todos
Los cubre: es e s t r e l l a s.

¿Si me distraigo? Pero ni tal cosa
Habrá – que pudiera de t i distraerme.
Cada pensamiento, cada, du Lieber,
Sílaba me guía hacia ti – cualquiera que sea
Su significado (aunque el ruso me es más afín, que el alemán,
¡pero me es el más afín de todo el angelical!), -como no hay
Lugar, donde tú no estés.- aunque sí existe: la tumba.
Como si nada hubiera sido, y como si todo estuviera siempre
- ¿Será posible que de mí… ni un poco… nada?..-
Tu entorno, Reiner, ¿tu estado de ánimo?
Insistente, imprescindible-
Es la primera visión del universo
(se sobreentiende que del poeta en él)
y la última visión – del planeta,
la que a ti solamente una vez fue dada - ¡en su totalidad!
No al poeta con el polvo, el alma con el cuerpo,
(separarlos – es ofender a ambos)
Sino a ti contigo, a ti con ti mismo,
-Ser Zeus no quiere decir ser mejor –
Que Cástor – tú contigo – y Pólux,
O que mármol – contigo tú mismo – y la hierba,
Ni la despedida, ni el encuentro – confrontación
Directa: tanto el encuentro, como la despedida
Primeros.


                           La propia mano
Cómo miraste (la huella – de tinta – en ella)
Desde tu altura de tantas (¿Cuántas?) millas,
Infinita, porque carece de comienzo –
Esa altura sobre el nivel cristalino
Del Mediterráneo – y de los demás platillos.
Como si nada hubiera ocurrido y como si
    Todo tuviera que ocurrir
También conmigo más allá del suburbio.
Como si nada hubiera sido y como si todo estuviera ya.
-¡Qué le importa una semana de más al dado
De baja! – y a dónde podrá mirar todavía,
Acodado en el borde del palco,
Si no desde éste – al otro, y desde el otro –
A éste, tan lleno de dolor.
Vivo en Bellevue. Hecha está de nidos y ramas
La pequeña ciudad. Intercambiando miradas con el guía:
Bellevue. Una cárcel con vista hermosa
De París – sede de la gálica quimera –
De París – y también un poco más allá…
Acodándote en el borde carmesí,
Qué ridículo (¿a quién?) te pareciera,-
Igual que (a mí) han de parecer, desde la altura desmedida,
¡nuestras Bellevue y Belvedere!


Me disperso. Particularidad. Premura.
Año Nuevo en la puerta. ¿Por qué, con quién brindaré
A través de la mesa? ¿Con qué? En lugar de espuma,
   De algodón
Un trozo. ¿Para qué? Van dando campanadas,
    -¿qué tengo yo que ver?
Qué puedo hacer en el barullo del Año Nuevo
Con esta rima interior: Reiner ha muerto.
Si tú te has ido, si la semejante visión se apagó,
Entonces vida no es vida, y la muerte no es muerte.
Entonces, -se me confunde, ¡terminaré de entender
    Al vernos!-
No hay ni vida, ni muerte, - es lo tercero,
Algo nuevo. Y por él brindando (cubriendo de paja
El séptimo – al vigésimo sexto, que está
Partiendo – qué suerte,
Contigo terminar y comenzar contigo!)
A través de la mesa, inconmensurable para el ojo,
Brindaré contigo suavemente,
¿Cristal contra cristal? No, -no con su costumbre de taberna:
Y o o t ú, - sino fundiéndonos en la presente rima:
Lo tercero.

    A través de la mesa observo la cruz que es tuya.
Cuántos lugares hay – suburbanos, y cuánto espacio hay en
Los suburbios ¡Y a quién saluda meneando
El arbusto, si no es a nosotros! Lugares nuestros, realmente,
Y ¡de nadie más! ¡Todas las hojas! ¡Toda la pinocha de
    Las coníferas!
Cuántos lugares tuyos conmigo (tuyos contigo).
(¿Contigo iría hasta para estar con multitudes-
Decirlo?) ¡Cuántos – los lugares! ¡Y cuántos meses!
¡Y semanas! ¡Y predios urbanos lluviosos
Sin gente! ¡Y cuántas mañanas! Y ni hablar de todo
   El conjunto,
¡Aún ni comenzado por los cantos de ruiseñores!

Yo debo ver mal, porque estoy en un pozo,
Tú ves mejor, seguramente, desde la altura:
Nada entre nosotros ha podido cumplirse.
Hasta tal punto ha sido limpio y sencillo
Este nada, tanto a medida y altura
Nuestras, - que ni se necesita enumerarlo.
Ha sido nada, -excepto- no esperes ningún efecto
Sobresaliente, (¡no tiene razón aquel, que del ritmo
Se sale!) – pero ¿cómo, en cuál de las
Filas incluir al entrante?
                   Eterna cantilena:
Aunque sea algo sobre ninguna cosa,
Alguna cosa – aunque fuese de lejos - ¡sólo una sombra
De la sombra! Nada, que…: aquella hora, día aquel,
Casa aquella – hasta a un condenado, con cepos,-
Es donada por la memoria: ¡aquella boca!
O quizás, ¿demasiados escrúpulos para elegir medios?
De todo a q u e l l o sólo  l u z aquella
Fue nuestra, así como nosotros somos reflejo de nosotros
Mismos, -pues, en vez de todo esto- ¡o t r o mundo entero!

Brindo por el predio urbano más inhabitado,-
Por el lugar nuevo, Reiner, mundo, ¡Reiner!
Por el cabo extremo de la demostrabilidad-
Por el nuevo ojo, Reiner, oído, ¡Reiner!

Todo para ti un estorbo
Fue: pasión y amigo.
Brindo por tu nuevo sonido, ¡Eco!
Por tu nuevo eco, ¡Sonido!

Cuántas veces en el taburete escolar:
¿Qué montañas hay allí? ¿Cuáles son los ríos?
¿Son hermosos los paisajes sin turistas?
No me equivoqué, Reiner, - el paraíso - ¿es montañoso,
Tormentoso? No son exigencias de viudas –
No hay un solo paraíso, ¿tienen, por encima, otro
Paraíso? ¿Cómo terrazas? Recordando el balneario Tatras-
El paraíso no podría no ser un anfiteatro
(Y baja el telón sobre algunos…)
No me equivoqué, Reiner, ¿Dios es el c r e c e n t e
Baobab? No es el Rey Luís de Oro-
¿No es un solo Dios? ¿Encima de Él hay otro
Dios?

¿Cómo se escribe en el nuevo lugar?
Aunque, si tú estás – e s t a r á el verso: tú mismo eres-
¡Verso! ¿Cómo se escribe en la vida buena
Sin mesa para codo, sin frente para la mano
(sin palma)?
-¡Una misiva, con signos habituales!
¿Te alegras, Reiner, con las nuevas rimas?
Porque, si explicamos correctamente la palabra
r i m a – qué es, si no, - toda una fila de nuevas
Rimas. - ¿La Muerte?
                 No hay adónde ir: ya se examinó el lenguaje…
Toda una hilera de consonancias y significados
Nuevos.
      -¡Hasta el encuentro! ¡Hasta que nos conozcamos!
Si nos veremos – no lo sé, pero – nos entenderemos.
Con la, por mí desconocida, tierra –
Con el mar entero, Reiner, ¡conmigo entera!

Para no desencontrarnos – escríbeme por anticipado.
Te felicito por la nueva escritura sonora, ¡Reiner!

En el cielo – la escalera, por ella con Santas Unciones…
Te felicito, Reiner, ¡con la nueva ordenación!

-Para que no la inunden, sostengo con la palma de la mano.-
Por encima de Ródano y por encima de Rarogne,
Por encima de la evidente y absoluta separación,-
A Reiner – María – Rilke – en sus propias manos.

                    Bellevue, 7 de febrero de 1927